Tipos de cambio múltiples y ajuste fiscal
Las primeras medidas que se tomaron desde el Poder Ejecutivo con el aval del Congreso se aprobaron sin ser analizadas por los legisladores ni por sus múltiples asesores, en tiempo record y apuntan a conseguir un ajuste que estaría cercano al 1.5% del PBI. Esto quiere decir que el Estado bajaría el déficit primario en U$S 6.000/7.000 millones.
Se habla demasiado de ¨ajuste¨. Ajuste solo significa que una vez más habrá un intento de conseguir que el Estado consuma menos recursos de los que logra obtener del sector privado, algo bastante complejo en nuestra economía política, porque entre 1961 y 2020 pasaron 58 años y en todo ese tiempo el estado gastó más que lo que recaudó, por los motivos que fueran.
En promedio durante esos 58 años los ingresos del Estado alcanzaron a financiar menos del 80% del gasto que realizaron lo que generó emisión monetaria , inflación crónica, crecimiento permanente de la deuda pública y perjudicó en forma sistemática las exportaciones.
Hubo años de desahogo, por coyunturas casuales, no por la intención de los gobiernos. Entre 2003 y 2008 los ingresos del Estado superaron en promedio 5% el gasto público. Pero, luego de eso se volvió el déficit. Entre 2009 y 2018 pasaron otros diez años y todos fueron deficitarios, con los ingresos del Estado apenas financiando 90% del gasto público.
Los únicos años con superávit entre 2003 y 2008 fueron más contabilidad creativa que genuina solvencia fiscal. Si se hubiese registrado en la contabilidad pública los juicios de los acreedores internacionales por el default y de los jubilados estafados por décadas con juicios aún por resolver, esos años también hubiesen sido deficitarios.
Por lo tanto hubo más de medio siglo de déficits durante los que sólo se alcanzó a financiar con recursos genuinos, en promedio, el 80% del gasto público.
Como se financió
Un déficit fiscal estructural y permanente como el de argentina, no se puede financiar si no es con emisión monetaria o deuda y otros recursos que han sido utilizados en muchas ocasiones.
Las fuentes de financiamiento del tesoro fueron:
1. Impuestos,
2. Deuda (interna o externa),
3. Emisión monetaria (monetización del déficit),
4. Ganancias de empresas públicas (algo que nunca ocurre),
5. Venta de activos,
6. Expropiaciones de flujos de fondos y stocks mediante defaults.
7. Uso ilegal de las Reservas del BCRA
La actual situación utiliza la misma lógica. Por eso, es erróneo basar las explicaciones en hechos circunstanciales como el contexto internacional o las equivocadas estrategias de los Gobiernos.
Mientras el sector público sea estructuralmente deficitario no hay posibilidades de una mejor calidad de vida excepto para los herederos de fortunas acumuladas, los pocos empresarios exitosos, y para nadie más, a menos que sea político o proveedor del estado.
Porque las exportaciones no son suficientes.
La incapacidad del sector exportador para generar divisas suficientes para financiar un proceso sostenido de crecimiento es una consecuencia del desorden fiscal. Se cuenta – para exportar-solamente con un sector productivo agrario competitivo, pero sus posibilidades de exportar y generar divisas son impedidas por un Estado que instala impuestos distorsivos, nunca se ocupó de la infraestructura, ninguno tuvo verdadero interés por potenciar el desarrollo tecnológico y lo dejó en manos de los productores, mantuvieron altas tasas de interés y con ese combo generó incertidumbre de largo plazo. Este gobierno también genera sesgo antiexportador atacando al Brasil e impidiendo lo poco industrial que se podría comerciar.
Por eso, para mejorar las exportaciones hay que ordenar el Estado y estas nuevas medidas no son suficientes.
El Ministro académico
El nuevo ministro de economía cree (y lo ha escrito en papers con su ¨mentor¨, un Premio Nobel que ha tomado el riesgo y le hace el flaco favor de no cesar de publicitarlo como a un genio) que es necesaria una devaluación combinada con impuestos a los sectores sin capacidad de crear empleo si resultaban protegidos.
Dice – un poco confusamente – que el tipo de cambio real alto es un subsidio para los sectores que exportan o compiten con las importaciones y que eso es conveniente siempre que se trate de actividades que pueden aprovechar ese tipo de cambio para crecer.
Considera – en sus papers – que como una devaluación implica salarios reales más bajos para los trabajadores, no tendría sentido devaluar porque no genera bienestar si los sectores beneficiados no demuestran que la devaluación les sirva para aprender, mejorar su productividad y expandir la actividad económica (y los salarios) en el largo plazo. Algo un tanto confuso para un populista.
En resumen, su idea núcleo – en el caso argentino – es que si el 50% de los bienes se venden a un dólar de $62 y la otra mitad a un dólar de $80, entonces, en promedio, los precios de la economía serán calculados a un dólar de $71. Nuevamente, el academicismo de tubo de ensayo donde hace falta poner los pies en la tierra.
Porque, como siempre ha ocurrido, la economía nunca se comporta como quiere el que escribe papers, y mucho menos en argentina donde las proyecciones económicas son menos acertadas que el pronóstico meteorológico.
Los sectores impulsados por una devaluación no van a mejorar el empleo porque no tienen posibilidad de ser más competitivos. La industria no tiene ninguna elasticidad para mejorar empleo ante cambios en el tipo de cambio real porque no es transaccional. Queda claro porque durante los últimos 20 años con sucesivas devaluaciones no lo ha logrado y fueron los servicios los que absorbieron mano de obra y generaron más productividad.
Si lo que pretenden es mejorar la productividad de la economía, no será bajando el tipo de cambio al sector más dinámico de los últimos 30 años.
En nuestra economía, en la mente de la población y hasta en los sectores no transables (que no importan ni exportan) se usa el precio del dólar para la fijación de precios. Es imposible negarlo y tomará décadas modificarlo. Eso es por la permanente inflación que se conoce con un mes de atraso y cuando hay altos niveles se busca otra referencia, en este caso algo realista: el valor de dólar. Es bastante ¨académico¨ asumir que el industrial/comerciante en general para formar sus precios va a elegir otro tipo de cambio que no sea el que pagan los ahorristas, que cuesta $82.
No existe la menor posibilidad de éxito para los cambios múltiples sin impedir policialmente los mecanismos de arbitraje, que permiten transitar los dólares de un mercado al otro. Y eso, ya está probado, es imposible. Para que existan cambios múltiples es necesario un estado policial y cuando empiecen esas operaciones de arbitraje – que las habrá en pocas semanas – nacerá una enredada trama de controles, persecuciones, represiones y corrupción.
Eliminando el déficit
Es razonable instalar un impuesto al dólar financiero, porque en una crisis de confianza (algo que lleva años) a causa de la ingobernabilidad de las cuentas públicas, sirve para mejorar la recaudación fiscal, y evitar perder reservas para atender los intereses de la deuda.
Al margen de esta medida que no alcanza por sí misma, se han instalado impuestos que aumentan retenciones, impiden viajes al exterior, hacen imposible el atesoramiento, castigan a los bienes personales pero es muy poco lo que se reparte porque habrá un fuerte ajuste a las jubilaciones de los que cobran las ya castigadas jubilaciones del ANSES.
O sea, los que aportaron 30/40 años y cobran una jubilación de $20.000 hasta los famosos $80.000 de Tombolini (un papelón irremontable) , sin molestar por supuesto a los de los sindicatos afines ( maestros con su insólito 82% móvil y sus bonos anuales, diplomáticos, jueces) todos privilegiados que tienen pensiones de $200.000 o más. Naturalmente son sin excepciones miembros de la clase política, es decir los que deciden el paquete.
Una primera muestra de hipocresía, de las que se pueden esperar muchas, es afirmar que se ¨…ha creado una comisión para estudiar la modificación de los regímenes de privilegio…¨ Naturalmente mientras tanto siguen cobrando con ajustes que nunca devolverán, y esa ¨comisión¨ se tomará años para emitir confusos y opinables dictámenes.
El gobierno de anterior hizo el ajuste sobre su propio electorado, la clase media, y por eso fueron eyectados de la política probablemente para siempre. Atacaron a quienes los votaron, no tocaron a la clase política en absoluto, pero el populismo, mucho más inteligente políticamente sigue pegando a quienes no los votaron. Pero suelen incurrir en excesos.
Como impactará en precios y consumo
Habrá malestar porque el dólar es el ¨core¨ de la formación de precios (la moneda argentina no es resguardo de valor) y el dólar es la referencia en la formación de precios. El impacto en los precios puede ser devastador en los próximos meses.
Se están transfiriendo recursos a los sectores mas desprotegidos:
- un bono de $ 2.000 en la AUH,
- una tarjeta alimentaria de entre $ 4.000 y $ 6.000,
- se envían al mercado $ 14.000 millones muy oportuno para los sectores de bajos inresos pero que no tiene ninguna relevancia en el nivel de actividad.
- hay un bono de $ 5.000 para 4 millones de jubilados no tiene efecto distributivo porque es bajo y el segmento que lo recibe no es el más pobre, son los que Kirchner incorporó sin aportes en su gran mayoría.
Nada macroeconómicamente relevante. Paliativos necesarios y muy respetables, pero que se lo hacen pagar a los que no los votaron.
Lo que es verdaderamente antipático y que hará caer varios puntos la aceptación al presidente elegido por CFK es la incertidumbre sobre lo que se ajustará a los verdaderos jubilados que aportaron, con el agravante de que un economista mediático devenido en ruidoso político que consiguió encaramarse en un lugar de importancia en el Banco Nación llamado Tombolini muy hablador, aifrmó publicamente que Fernandez no fue elegido para aumentarle el sueldo a los jubilados del ANSES que ganan $ 80.000 dejando de lado que las jubilaciones de privilegio, diplomaticos, maestros encerrados en sindicatos kirchneristas cobran mucho mas que eso y se ajustan al 82% móvil.
Resulta difícil entender la razón por la cual el Estado le suprime a los jubilados la indexación de sus ingresos y, simultáneamente utiliza ese índice para cobrar los impuestos en forma mensual.
Por lo menoses absurdo, injusto y contradictorio.
Mientras a los jueces no se les puede tocar la movilidad por razones constitucionales, están excluidos de cualquier congelamiento.Son ¨Los Intocables ¨.
Una galanura del Estado para quienes deberán decidir sobre la constitucionalidad de un aumento del 100% de los impuestos.
Hay otra evidencia maligna sobre la clase pasiva: quienes cobran una retribución mínima, en buena parte porque nunca pagaron para tener jubilación, sea por informalidad o por regalo de algún gobierno demagógico como el de Kirchner y Macri, entre otros, reciben dos pagos Ede $5.000.
En cambio, nada – ni justicia – para todos aquellos que trabajaron, hicieron los aportes correspondientes ( o más) y cobraban apenas mas que la mínima. Se los castiga por haber cumplido.
Tan poco razonable como que el que recibe $200.000 de sueldo en el Poder Ejecutivo le pide a los legisladores que ganan $300.000 que voten una ley para que el que gana $30.000 no se queje y sea solidario con los que viven de los planes. Ligeramente incoherente.
La otra pata del ajuste es propia de un ministro que proviene de escribir papers : en el interior se generó un schock impositivo al campo que provocará mucha más recesión porque no hay ninguna lógica para que vuelquen al consumo los U$S 20.000 millones que salieron del sistema el último año al cambio mas bajo de todos. No se entiende que le dejen hace eso.
Resulta difícil entender la razón por la cual el ministro académico le suprime a los jubilados la indexación de sus ingresos y, simultáneamente, incorpora ese índice para cobrar los impuestos en forma mensual. Por lo menos, parece que desconoce la calle. Además de injusto y contradictorio. Mientras se dice, que a los magistrados no se les puede tocar la movilidad por razones constitucionales, están excluidos de cualquier congelamiento.Son ¨Los Intocables ¨.
Una galanura del ministro para quienes deberán decidir sobre la constitucionalidad o no de un aumento del 100% de los impuestos.
Hay otra evidencia maligna sobre la clase pasiva: quienes cobran una retribución mínima, en buena parte porque nunca pagaron para tener jubilación, sea por informalidad o por regalo de algún gobierno demagógico como el de Kirchner y Macri, entre otros, reciben dos incrementos de $5.000.
En cambio, nada para todos aquellos que trabajaron, hicieron los aportes correspondientes ( o más) y cobraban apenas mas que la mínima. Se los castiga por haber cumplido.
Algo que alarma y resulta incomprensible es como han dejado fuera, nuevamente, a los empleados en negro: casi 5 millones, sin cobertura social ni seguro estatal por desocupación. Fuera del mercado laboral, reciben todos los golpes pero ninguna de las ventajas.
Pero el gasto político no se toca
El gasto en pagar solo remuneraciones a los políticos con cargos electorales llega a U$S 695 millones de dólares anuales (Fuente Presupuesto) esto es un 0.02% del PBI.
Los legisladores utilizan múltiples edificios que consumen energía, seguridad, secretarias, asesores de prensa, asesores de todo tipo, internet y gastos generales. Para saber cuánto le cuesta al contribuyente cada legislador hay que tomar no solo el sueldo del legislador, sino también los costos directos e indirectos, que son fijos y variables, para realizar sus funciones.
Tenemos este nivel de gasto público porque la política ha derivado en una competencia populista en donde hay demanda de populismo. Esa competencia populista no tiene nada de ideológica es una competencia por un negocio para la dirigencia política. El sobredimensionamiento del Estado en todos sus niveles y el despilfarro en asesores y empleados públicos es impresionante, aunque no llegue al 1% del PBI es dinero de la población que se regala a ineptos.
Sobre estos gastos no hubo ningún ajuste.
Perspectivas
Es muy prematuro proyectar escenarios con tanta convulsión dentro de la coalición gobernante, pero si logran ordenarse, sería un gran logro conseguir un acuerdo con los acreedores, realizar una negociación de dos años de prórroga con el Fondo, algo que va a ser todavía más difícil que con los acreedores, y estabilizar mínimamente la economía este año. Sería entonces un éxito que no caigamos en un default, que no vayamos a una inflación de 80% y que la economía no se desmorone otro 3%. Pero parece muy difícil.