INFORME DINÁMICA ECONÓMICA
21 de julio de 2022
• La Coyuntura Económica
• Perspectivas
Las primeras medidas anunciadas por la ministra Batakis apuntaron a la prudencia fiscal prometiendo cumplir lo acordado en ese sentido con el FMI. Por el momento, el lugar y las circunstancias en que fueron hechas resultaron tardías, imposibles de implementar porque no son del agrado de su mandante, la vicepresidente. Tres semanas más tarde ya se ven las consecuencias.
El propósito parece haber sido buscar equilibrio fiscal, gastando solo lo que ingresa, aumentar y consolidar las reservas del Banco Central y tratar de controlar el tipo de cambio. Algo parecido a la ortodoxia. Si bien las líneas generales anunciadas son lo único posible, no ha logrado avanzar ni un paso en tres semanas; en realidad ha retrocedido varios.
El mercado no creyó en absoluto lo anunciado, dejando en claro que la desconfianza hacia el gobierno es total, y que hacen falta acciones y no palabras.
El déficit primario fiscal anual del año 2022 será superior a U$S 49.000 millones. Los dos únicos recursos disponibles para cerrar ese faltante son la emisión monetaria y los préstamos del sector privado.
El Banco Central tiene escasos dólares, apenas U$S 39.863 millones, y aún restan muchos pagos por llevarse adelante con el FMI; se consumirán hasta fin de año U$S 5.000 millones adicionales. Hoy hay líquidos U$S 4.200 millones.
La emisión monetaria ya ha superado $450.000 millones, equivalentes a unos U$S 3.400 millones, o un 0,9% del PBI, solo se puede emitir $ 58.000 millones en todo el segundo semestre.
Pero hubo y habrá que esterilizar esa emisión monetaria anterior y posterior con Leliqs y Pases, porque de otro modo habría un incendio inflacionario.
Además, los pases y Leliqs que son deuda del Banco Central, más la base monetaria, ya llegaron hoy $ 11 billones, y a fin del 2022 serán $ 14 billones. Por hacer esa esterilización, el Banco Central paga por mes en concepto de intereses $ 200.000 millones, y a fin de año serán unos $ 1,2 billones.
Hacerlo ya cuesta 30% más que el pago de todas las jubilaciones mínimas de un año.
Por otro lado, tendría que financiar al gobierno en $ 2,4 billones aproximadamente. Con una expansión de la base monetaria de $ 400.000 millones llegaríamos a los $ 14 billones antes citados. Con tamaña caída de reservas por delante, y la gran expansión de pesos, a fin de año podríamos tener, con facilidad, un dólar de $ 400.
Por lo tanto, esa forma de cubrir los gastos excesivos no existe más, sin violar abiertamente el acuerdo con el FMI que limita al 1% del PBI la emisión.
El recurso de tomar dinero prestado del sector privados, se ha caído bruscamente: se redujo casi por completo la demanda de títulos públicos en pesos desde el 8 de junio, y quedó muy limitado el acceso del Tesoro Nacional al financiamiento voluntario en el mercado local. Esa fuerte caída de la demanda de títulos públicos, provocó ciertas oportunas y audaces maniobras en lo monetario, en lo fiscal y en lo cambiario hechas por el Banco Central, que se encuadran en una especie de flexibilización cuantitativa o Quantitative Easing (QE), que comentaremos en detalle más adelante.
Hay 1.200.000 millones de pesos más emitidos desde principios de junio, por lo cual no existe ningún discurso, promesa o relato, nada en absoluto, que pueda decir nadie del gobierno que tranquilice a las personas y empresas que buscan desprenderse de pesos, haciendo llegar casi a la nada misma a la demanda de dinero y acelerar peligrosamente la velocidad de circulación.
Por su parte, los compromisos que firmó el Gobierno con el FMI hace menos de 4 meses ya entraron en la categoría de papel pintado. No se podrán cumplir y nadie puede prever qué consecuencias tendrá esa defección. Aunque era evidente, como cualquier analista sabe, que ese préstamo se tomó sabiendo ambas partes – y no durante este gobierno – que nunca se podría pagar.
El panorama es oscuro
Los tipos de cambio alternativos están cada vez más lejos del oficial. Eso ocurre porque nadie va a vender dólares si puede evitarlo: si se vende hoy un dólar a $ 300 los fondos solo pueden colocarse en una letra de descuento con vencimiento a septiembre. Eso rinde 10%, es decir un dólar de $ 330. Es muy peligroso entonces, vender dólares para hacer una colocación en pesos, en un instrumento del Estado con la desconfianza que generan, y con esa escasa rentabilidad.
La ministra que responde solo a la vicepresidenta y a La Cámpora, les ha informado a todos los ministros, y gobernadores, propios y ajemos, que hay un ¨ abismo ¨ delante de ella (y de todos) por la falta de dólares, y otro mensaje igualmente límite: “No hay plata para nada”.
Los análisis económicos coinciden con lo que piensan y dicen en off los funcionarios: que ese panorama económico se agravará en el segundo semestre Todos piensan que en el segundo semestre que la falta de dólares en el Banco Central se dará en conjunto con un freno de la economía que a su vez, implicará una caída del 4% del PBI desde julio hasta fin de año.
Por lo tanto, menos actividad económica y más inflación en el año previo al recambio presidencial provocará una enorme tensión en una coalición oficialista que tiene todavía muy presente la derrota electoral de 2021. Ven peligrar sus prebendas, su futuro político y en algún caso problemas penales que los inhabilitarían en el largo plazo. Por eso, tal vez, la febril y estéril actividad por modificar la Corte Suprema de Justicia.
La decisión de ratificar el acuerdo con el FMI y el anuncio de un programa económico ¨ortodoxo¨ en la superficie, es una señal infecunda aunque positiva porque se descartaron, en lo discursivo, extravagancias macroeconómicas. Pero la crisis está instalada por los desequilibrios macro, el desorden fiscal y monetario que alcanzó límites nunca imaginados y, porque la vicepresidenta, se ha hecho cargo del Gobierno, desplazando a Alberto Fernández.
Este hombre ya no maneja la política económica porque la ministra Silvina Batakis reporta todos sus movimientos a Cristina, quien aprueba o veta cualquier decisión.
Ella domina el núcleo del Gobierno, casi por completo. Sólo deja de interesarse por áreas menores como la Secretaría de Legal y Técnica; la Secretaría General de la Presidencia; el Ministerio de Desarrollo Social manejadas por el Movimiento Evita; y parte de la Cancillería. Ninguna genera caja pero sobre el resto, tiene vía libre.
Lo dejó bien claro cuando aumentó su perfil opositor después que el ¨presidente ¨ le hizo decir a la ministra que se sentará sobre todas las cajas del Estado y las irá liberando, según el caso.
La frase “no vamos a gastar más de lo que tenemos” indica la imposible intención de que el Gobierno gastará lo que recaude con un concepto de caja. Armar una “caja única” para todo el Sector Público y centralizar el control de la liquidez es muy razonable, igualmente complejo, pero Cristina no lo permitirá.
Alberto Fernández ha fracasado en lograr el apoyo explícito de Cristina Kirchner a las medidas anunciadas, a pesar de todos sus patéticos esfuerzos.
El ¨presidente ¨ espera que en la reunión que tendría en Washington con Biden el 26 de julio, pueda empezar a recomponer su figura pública. Lo acompañarñia Batakis, si antes no se agrava aun más la situación. Lo que se intenta es conseguir del gobierno de Estados Unidos un nuevo apoyo para “flexibilizar” las metas acordadas con el FMI.
Se percibe la crisis política, social y económica más grave desde 2001.
En la última semana desde la FED, el FMI, el Banco JP Morgan, las agencias de noticias Bloomberg y Associated Press y las consultoras de riesgo, han ubicado a la Argentina como el país con más posibilidad de enfrentar una grave crisis.
La protesta social en la calle se incrementa, articula y extiende, como no se veía desde 2002. Fernández no logra el apoyo de nadie, propio o ajeno, a las medidas económicas de Batakis, mientras los gobernadores eluden compromisos en forma voluntariamente ostensible.
La primera licitación para obtener recursos bajo la gestión de Batakis, fue muy mala, ya que no hubo incrementos en términos reales. El mismo bono que en la última licitación al frente de Martín Guzmán el día 28 de junio rendía una TNA de 59,5%, dos semanas más tarde, por las turbulencias políticas e inflación proyectándose al 7% en julio, solo aumentó su rendimiento nominal anual en 4 puntos porcentuales.
La licitación fue un fracaso por la forma en que se consiguió el financiamiento, ya que la captación de fondos se debió únicamente por la activa participación del Banco Central en diversos frentes.
Por un lado, sus compras en el mercado secundario continuaron en ascenso, y ya superan los $460.000 millones en lo que va de julio.
Al mismo tiempo iniciaron las opciones de venta, mecanismo por el cual se compromete a absorber todo el costo de cualquier caída en el precio de los bonos, para que los inversores no vendan los títulos en pesos. Los canjes sobre aquellas letras que vencían el 29 de julio, que se trasladaron hacia febrero y abril 2023, tuvieron al Banco Central como participante mayoritario. Han tomado una hipoteca de difícil cumplimiento.
Como queda más que claro, tuvo que intervenir el Banco Central con acciones audaces y novedosas para evitar una grave adversidad macroeconómica.
Haber llegado a esta crisis demuestra el error de la idea núcleo del sector no ilustrado del gobierno que asumía que el déficit fiscal y los otros gastos desconocidos y ocultos se pueden financiar en el mercado local tomando deuda pública en pesos. Esta facción del gobierno, con sus originales teorías monetarias, cree que la deuda en pesos puede pagarse siempre, por estar en moneda nacional y no puede caer en default ni refinanciarse, porque existe eternamente la posibilidad de imprimir billetes.
Pero la venta masiva e inesperada de títulos públicos en pesos el 8 de junio, se debió al hartazgo y al temor de ver como se incrementa el déficit fiscal, y por el recelo a los riesgos de ver refinanciada en forma obligada una deuda pública indexada que aumenta en forma exponencial.
Las necesidades de financiamiento del Tesoro y el Banco Central son de alrededor del 9% del PBI en 2022, unos U$S 49.000 millones anuales, pero el mercado de capitales local es mínimo, no puede financiar semejante cifra, y ya no está predispuesto a hacerlo.
En consecuencia, los resultados de la percepción de suponer que siempre habría permanente refinanciación de la deuda en pesos, será recurrir a imprimir con sus poco pronosticables consecuencias.
Luego de la corrida del 8 de junio el riesgo país aumentó, el Índice Merval cayó y los bonos argentinos en dólares se cotizaron a valores de default; todos se ubicaron 52,0% por debajo de su valor de un año atrás. Los dólares alternativos, específicamente el MEP y CCL, saltaron a valores inéditos y el dólar informal sigue aumentándolo a cotización se incrementa más de $40 entre una semana y la otra.
Pero por las fuertes tensiones internas del gobierno el valor del peso está en caída libre: y los precios, en consecuencia, para comprar dólares alternativos, siguen marcando fuertes saltos y llegan a nuevos máximos históricos. El dólar paralelo registra el jueves 21 de julio otro repunte de $ 17, mientras los dólares financieros avanzan para tocar nuevos valores récord. La incertidumbre del mercado local sigue vigente e impacta con fuerza en los dólares paralelos.
Los bonos soberanos en dólares volvieron a retroceder, esta vez un 0,6%, denotando la falta de interés por el riesgo argentino. Si vemos la performance anual de dichos bonos, podremos observar retrocesos del 40% en moneda dura. Lo cual representa un verdadero castigo para los inversores que ingresaron a la reestructuración.
El miércoles 20 de julio los agentes de Bolsa recibieron pedidos desde el Gobierno para que no realicen operaciones de dólares financieros, lo cual generó el efecto contrario: más operaciones y presiones alcistas sobre el paralelo.
La falta de confianza es irreversible. Se puede trabar al CCL, poner más más parking, pero siempre va a existir esta opción mientras haya un activo que cotice en dos mercados diferentes, en dos jurisdicciones distintas; siempre va a estar la opción de comprar un bono, transferirlo y venderlo afuera. Son medidas que tienen efecto contrario.
La presión generada por la deuda en pesos a principios de junio afectó al mercado cambiario tras la emisión creciente, pasando de un tipo de cambio a $210 hasta los $317 actuales. Al mismo tiempo, las perspectivas de mayor inflación perjudican las tasas de interés reales (cada vez más negativas) lesionando aún más la demanda de dinero.
Los gráficos son elocuentes:
En el primer gráfico queda claro la desconfianza: ya se están retirando todos los depósitos en dólares por temor a una confiscación.
Una de las formas de medir la confianza de los ahorristas en el sistema financiero y de la marcha de la economía en general se puede medir todos los días en función de la evolución de los depósitos bancarios.
Y, en la Argentina, tienen especial peso la situación de los depósitos en dólares.
La peor muestra de desconfianza es la brutal caída de los depósitos en dólares. Hay una sensación instalada que pueden ser utilizados como último recursos y ser temporariamente incautados o bien pesificados.
El costo político podría ser definitivo, pero el gran público, los operadores de fondos de inversión y quienes tienen acceso a ese servicio bancario, simplemente los retiran.
Como puede apreciarse en el gráfico siguiente, donde hubo una brutal caída y pésima noticia para las reservas en momentos en que el mercado vigila con especial atención la dinámica de cada dólar.
Las cifras indican un creciente déficit financiado con emisión monetaria, esterilizada a con LELIQs y Pases, no obstante lo cual se utilizaron dólares y se tomó deuda interna por volúmenes tan significativos que ya son un severo problema para la actividad y generan excesiva y visible desconfianza al mercado de capitales.
En ese medio, tan condicionado, sin perspectivas, sin contar con financiamiento en el mercado de deuda local, con un riesgo país alcanzando niveles récord y brechas cambiarias que se incrementaron por el exceso de pesos y de la intervención del Banco Central, llegó el momento de tomar decisiones serias desde el gobierno.
El Banco Central se lanzó a una Flexibilización cuantitativa
Las necesidades de financiamiento a causa del déficit fiscal creciente obligaron al Banco Central a una flexibilización cuantitativa, que consiste en comprar activos financieros en gran volumen, para sortear la crisis, un enfoque novedoso localmente, no asi en el mundo organizado.
La expansión cuantitativa (EC) —o flexibilización cuantitativa (FC)— (en inglés, quantitative easing el acrónimo es QE) es una medida poco convencional de política monetaria, porque aumenta la oferta de dinero, incrementado fondos del sistema bancario, mediante la compra de activos financieros en el mercado; en este caso , bonos privados y del estado.
Esto aumenta la masa monetaria, cae el valor del peso, es inflacionario y eventualmente – no es el caso nuestro – baja la presión sobre la tasas de interés a largo plazo. Es el último recurso cuando se descontrola la oferta de dinero.
Es más o menos como imprimir monda porque la compra de activos a los bancos, se hace con dinero nuevo, pero con menor costo de esterilización.
Desde el 08/06 el Banco Central ha emitido $1.532 billones para financiar al sector público comprando títulos públicos para sostener el precio.
Esa emisión enorme de pesos es el equivalente al 40% de la base monetaria y puede generar una situación catastrófica con problemas que no se pueden pronosticar seriamente. Para moderar esos problemas, el Banco Central colocó – además – deuda mediante LELIQS y Pases en el sistema financiero para esterilizar el efecto de lo emitido.
Lo ha hecho a un costo alto: desajusta el balance del Banco Central porque con esta inversión el balance del Banco Central tendrá un aumento de pasivos por el incremento de la deuda con el sistema financiero, que en 25 días creció 17%, y un aumento de pago de intereses mensual de $47.000 millones.
Este accionar inédito y audazmente necesario, tratando de contener los efectos de la emisión que descontrola la oferta de dinero, provocó que la base monetaria subiera 12%, a un ritmo de 300% anual. En consecuencia todos los tipos de cambio, menos el mercado oficial, aumentaron 41% llegando el dólar CCL de $210 a $298. Y luego siguió subiendo. Hoy, 21 de julio, la cotización del paralelo abrió este jueves con un salto de 21 pesos y cotiza a $ 338, mientras el gabinete en pleno busca y no encuentra medidas que sean aceptadas por la vicepresidente.-
El contado con liquidación se mantiene en los $307.
Desde la perspectiva del inversor, siguen siendo fondos ahorrados que no presionan sobre la economía real. Mientras se mantenga este esfuerzo de esterilización el impacto directo sobre precios es acotado, pero aumenta el déficit fiscal notablemente. El problema, tal vez subjetivo pero muy importante, es el efecto negativo sobre la formación de expectativas, porque el proceso termina siendo muy costoso en términos de intereses a pagar en el tiempo.
Lo que ha hecho el Banco Central es audaz, pero no totalmente anormal. Los bancos centrales compran y venden habitualmente deuda, son operaciones de mercado abierto en gran escala, para influir en la cantidad de dinero que hay en la economía y también por otras razones.
Sin entrar en detalles, la flexibilización cuantitativa, no siempre ha funcionado bien.
Hay economistas que creen que era necesario hacerlo para evitar una crisis, pero no todos están convencidos de que haya ayudado mucho y preocupa que pueda incentivar aún más la inflación.
Estas acciones del Banco Central pueden, también, implicar una ruptura del acuerdo con el FMI porque se debería cumplir con la renovación del 130% de los vencimientos de deuda con financiamiento no monetario no mayor de 2.5% del PBI y de emisión de moneda inferior al 1.0% del PBI.
Los ordenados y razonables primeros anuncios de la Ministra son una señal positiva, pero desde el punto de vista técnico son tardías. Si se hubiera actuado asi, como dijo que iba a actuar, y lo hubieran hecho meses atrás cuando contaban con financiamiento del sector privado, se hubiera evitado un escenario como el actual.
Las medidas a ser implementadas, presuntamente, tienen problemas políticos y económicos.
Las medidas no tiene la orientación económica que desea la vicepresidenta. Ella, en su poca educada visión económica (o quizás por razones que sólo ella conoce) cree o dice creer que el déficit fiscal no es importante, que la inflación no depende de la emisión monetaria sino que está provocada por la “remarcación” de precios de un poder económico concentrado, que nunca pudo definir.
Expulsó a Guzmán que se pudo mantener un poco porque aflojó gastos, pero los primeros anuncios de la Ministra indican claramente la necesidad de ajuste fiscal y son mucho más severos que los de Guzmán. Tal vez la viuda de Kirchner imagine que este es el único camino de llegar sin una crisis que termine con sus posibilidades electorales, y otros beneficios que percibe.
Pero implementar lo anunciado es muy riesgoso. No se puede llevar a cabo el deseo de que solo se pagará lo que permita la caja.
Hacerlo es un giro de 180 grados en la ejecución del presupuesto porque las cuotas se asignan en función a lo dispuesto y luego se consigue el financiamiento de ese gasto. Es decir, el gasto va por delante de la financiación.
La estrategia presupuestaria pretendida por Batakis es muy efectiva para controlar el gasto, porque enfrenta el problema de que casi el 60% del gasto está indexado y nadie lo maneja. Son las prestaciones sociales por la Ley de Movilidad y los fondos de asignación específica son que está regulado por leyes.
Hay gastos que ya son muy bajos y no se pueden recortar. El salario del sector público es 38% más bajo que entre 2007- 2008, de modo que no es posible hacer ahorros allí.
Un ministro de economía, hoy, solamente puede actuar sobre una mínima parte del gasto (38%) y allí aplicar la totalidad del ajuste fiscal.
Como el ajuste fiscal solo se puede aplicar a esa menor parte del gasto, nace la ya conocida lucha entre las facciones del Frente de Todos que conforman los diferentes ministerios: los sectores kirchneristas, los gobernadores del PJ, los piqueteros K, los piqueteros albertistas, los gremios K y los albertistas, y los massistas, entre otros, que no van a ceder sin luchar cuerpo a cuerpo y hasta el final, por sus recursos, sus prebendas y contubernios.
Pero eso es nada ante la magnitud del ajuste fiscal necesario.
El inicial acuerdo con el FMI de un déficit primario de 2.5% del PBI no se puede cumplir. Para ser bien claros: con un gasto que en cinco meses del año creció 15% respecto del año pasado, para cumplir con la meta comprometida con el FMI el gasto del segundo semestre debería bajar 8% real (por debajo de la inflación) y eso no va a suceder.
Pero a partir de junio de 2021 se comenzó a emitir pesos para estar cerca (y perder ganando) en las elecciones. Con cualquier otro punto de comparación, también se percibe que haría falta un enorme esfuerzo de recorte.
El gasto real del último trimestre marzo-abril-mayo 2022 fue de $1,361.000 millones por mes. Entonces el gasto del segundo semestre tendría que bajar 12%, tomados del 38% de gasto flexible, lo cual es imposible aún con el apoyo político de la derecha, los libertarios y toda la izquierda unida.
Por eso, el déficit primario para 2022 será de 4% del PBI, o tal vez más.
Ante el abismo
Siempre que este gobierno enfrenta lo desconocido que genera una corrida cambiaria, reacciona con señales de política económica de ortodoxia fiscal y monetaria. En octubre del 2020, anunció un acuerdo con el FMI que jamás llegó a firmarse, pero que generó un poco de calma.
En 2022, cerró un acuerdo con el FMI que nuevamente llevó un mínimo de calma. Y la flamante ministra dice ratificar programa acordado con el FMI y algunas medidas razonables en el plano fiscal, que intentarían reducir el desequilibrio fiscal y enfrentar el problema de fondo de la macroeconómica.
Pero esto es tardío. Y tiene enormes problemas de implementación.
En el plano político, el mayor obstáculo son las necesidades de la vicepresidente ¨, porque ella tiene ideas opuestas (o finge tenerlas).En cuanto a la realidad económica hay gran dificultad estructural. Las cuentas públicas tienen 60% del gasto indexado por ley e intocable sin posibilidades de reducción discrecional.
Cualquier intento de recorte será negado en diputados, provocaría disputas dentro de la coalición oficialista, y agravamiento de los disturbios civiles, que ya estamos presenciando y que pueden conducir a una situación descontrolada.
Quizás, esta última corrida cambiaria obligue a implementar un programa que tenga alguna posibilidad de evitar una aceleración de la crisis, a pesar de que el objetivo es muy humilde y no reduce la decadencia ni aleja el riesgo de la híper estanflación.
Es necesario un seguimiento diario o intra-diario pero en el corto plazo a una oportunidad de reducir en algo la dinámica monetaria y cambiaria que ha generado el desorden fiscal de este gobierno.
Por el lado cambiario, hubo un incremento de la percepción de ganancias que recae sobre las compras en el exterior realizadas con tarjeta, que aumentó de 35% a 45% y provocó el lógico aumento del dólar turista, que llegó a $236. Sin embargo, como este tipo de cambio está un 20% por debajo del resto de los dólares paralelos, no se revierte ningún incentivo, continuará la demanda, extendiendo así la salida de divisas por este medio.
En cuanto a la inflación el panorama no podía ser de otro modo más que negativo, con un déficit primario de U$S 49.000 millones anuales y recursos genuinos por menos del 10%, eso consumiendo reservas, sin financiamiento del sector privado y sin acceso a los mercados internacionales, no se puede esperar nada bueno.
La inflación del mes de junio fue 5,3%, 36,2% acumula el primer semestre del año y 64,0% frente a junio del año pasado.
En lo que respecta a las divisiones que conforman el nivel general los rubros de Salud y Vivienda fueron los que más crecieron, 7,4% y 6,8% respectivamente, mientras que Educación (2,0%) y Comunicación (0,4%) fueron los que menos aumentaron. Alimentos y bebidas, tuvo una inflación mensual de 4,6% y fue el rubro de mayor incidencia en todas las regiones del país y el que más deteriora la imagen del gobierno.
Porque el mesianismo limita en el estómago de los niños.
Grave será la inflación del mes subsiguiente, porque el contexto económico no ayuda: el faltante de gasoil no se ha superado, habrá sin ninguna duda escasez de gas industrial y eventualmente familiar, las importaciones están limitadas (y habrá que ver si no se cortan por falta de dólares líquidos) y en consecuencia muchos productos no tienen reposición.
Eso aumenta mucho el precio de esos faltantes.
Entre la sumatoria de restricciones a las importaciones, suba de los tipos de cambio y emisión fuera de todo control, se generó una fuerte escalada de los precios. En julio no será menor al 7,0% con posibilidades de subir aún más, hemos seguido los primeros 15 días y se puede pensar en 8/9%. Y aún resta para agosto/septiembre el quite de subsidios.
El Banco Central hace un Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que es lo que anticipan algunos analistas: para todo el año 2022, se estima una inflación no menor a 76,0%. Con posibilidades en diciembre 2022 de aproximarse al 85,0%.
Con respecto al valor del dólar oficial a fin de año podría estar en $160,0. El Banco Central no informa las proyecciones respecto al dólar informal, pero la brecha con el paralelo no puede ser inferior al 100,0%, por lo que podría alcanzar un valor mayor a $350.
Con estos datos de inflación, habrá que ver cuánto subirá las tasas de interés el Banco Central. La ministra dice estar en sintonía con ¨presidente ¨ del central y que las tasas de interés serán positivas contra la inflación. En consecuencia inevitable, habrá aumentos en las tasas de financiamiento, por lo que será cada vez más costoso tomar un préstamo o financiarse a través de la tarjeta de crédito.
¨ A la inflación no hay que “esconderla” o aceptarla, no se puede convivir con ella, hay que eliminarla. Si no se la combate termina por destruirnos. Hasta hace poco creíamos que el mundo había aprendido esta lección; la inflación promedio mundial había bajado de casi 40% a principios de la década de 1990 a poco más del 3% hasta mediados de 2021, pero está creciendo nuevamente estos últimos meses. Nuestro país nunca aprendió esta lección¨ ®
En pocas palabras
El mercado necesita hechos para reaccionar de forma positiva. Es total la desconfianza hacia esta gestión de gobierno. Quedó demostrado que, por más que cambien los responsables, el mercado necesita ver hechos y no palabras
Esta nueva gestión del Ministerio de Economía trae la misma receta de política cambiaria: usar el tipo de cambio oficial para contener la inflación. Por eso, la amenaza de una fuerte devaluación siempre está presente.
No se pueden descartar más impedimentos a la compra del dólar bolsa o contado con liquidación. Si pretenden que la economía crezca este año, es fundamental liberar el cepo a las importaciones, para que los principales rubros de la economía puedan seguir funcionando, pero la falta de dólares, ministra dixit ¨es desesperante¨… y eso no puede hacerse.