Asume un populismo – el 10 de diciembre – que promete repartir lo que no hay, y deberá lidiar con una deuda pública que ellos mismos han generado durante los 10 años anteriores al fallido intento pro mercado.


Trazar de encontrar similitudes con las crisis anteriores es imperfecto y muy poco ilustrativo, porque los hechos y circunstancias económicas anteriores toman el color de los que las describen. Los hechos fueron ciertos, pero se presentan con el lenguaje, la sintaxis y hasta la ortografía de su relator.  Las circunstancias serán como lo que él autor del análisis quiere que sean, según él los ordene, los valore y los subraye, o las deja perder en la intrascendencia, con una intención o con una consecuencia que puede formar en el lector un idéntico criterio valorativo al del autor.

Todo hecho pasado es contemporáneo solo de sí mismo. Salvo en el orden de las ciencias duras, no hay verdades completas. Todo análisis de circunstancias pasadas es relativo y coyuntural, porque nuestro modo de conocer y valorar está condicionado por la situación y su perspectiva.

Nadie que analice situaciones económicas anteriores puede evadirse del condicionamiento que le crea su propia ideología, la problemática del momento en que vive, y la perspectiva que imagina del futuro.

Por lo tanto, todo análisis económico de crisis ocurridas no marca sino una potencial tendencia y un probable pero incierto patrón de lo que podría ocurrir, porque el estudio de lo ocurrido contiene elementos de su propia contemporaneidad y está condicionado por  la  parcialidad puestos en él  en forma consciente o inconsciente por quien los relata.

Por eso, analizar crisis anteriores y elaborar versiones negativas no es conducente y en nuestras recomendaciones no hacemos comparaciones imprecisas con las crisis anteriores.


A las gestiones de las administraciones ejecutivas solo se las puede juzgar por los resultados. La actual administración en lo económico y su consecuente repercusión social tuvieron malos resultados. Independientemente de que el país se realineó – tal vez transitoriamente – con el mundo occidental, se mejoró mucho la seguridad y el orden interior, se liberó a buena parte de la población de un bombardeo mediático autoritario y se cortó de cuajo una enorme corrupción.

Pero hoy la situación económica – por las razones que sean – muestra un fracaso, los números no se pueden negar, condenan y dicen:

  • el PIB de Argentina de aproximadamente $ 500 mil millones se contrajo 2.5% en 2018 y  se espera que disminuya 1.3% más este año. la inflación ha oscilado entre 48% y 57% este año.
  • el peso cayó un 24% frente al dólar desde las primarias; recuperó algo de terreno después   del anuncio de controles de capital.
  • un tercio de la población no tiene ingresos suficientes
  • el nivel de actividad cayó más de 20% en un año y sigue en baja
  • el 70% del gasto público es asistencia social indexada a precios y salarios, es decir       Inelástica a la baja
  • el consumo de alimentos bajó 20% en un año
  • las reservas de libre disponibilidad en el BCRA son menores a U$S 8.000 millones
  • los vencimientos de deuda e intereses a pagar en 2019 son más de U$S 5.000 millones 

La balanza comercial arrojó en agosto un superávit de U$S 1.168 millones, llegando a doce meses de saldos positivos. Acumula en el año 2019 un saldo favorable de U$S7.708 millones en los primeros ocho meses del año. Eso se debe a la caída anual del 30% de las importaciones, consecuencia de la baja en la producción manufacturera 30%, automotriz 20%, caída del turismo externo 20%, y menor consumo de productos importados 19%. 

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La relación de los salarios con los precios se ha ido deteriorando en forma constante, como puede verse en los sucesivos gráficos.

Resulta obvio que se ha ingresado en un limbo económico  con tendencias muy negativas en cuanto a recesión, estabilidad cambiaria precaria y con una incertidumbre que durará no menos de 6 meses hasta conocer el poder cierto de la nueva administración. 

Si logran suficiente mayoría para tener quorum propio en el Parlamento el accionar será muy autoritario. En caso de no lograrlo se verán forzados a pactar un mínimo acuerdo general.

Conociendo la tosquedad egocentrista de la verdadera líder esto último será muy complicado. 

Porqué se llega a esta situación, una especie de halo económico hasta el final de 2019 

Como la economía es – después del sexo y la comida (Milton Friedman y sus críticos dixit) lo más importante para la sociedad, la gestión y por tanto los resultados en lo más importante, han sido decididamente malos. 

Los políticos deben tener astucia, inteligencia, audacia, pero también buena fortuna, según Maquiavelo y el sentido común. Quienes administran el Poder Ejecutivo hoy han carecido de todas esas cualidades pero no son culpables de lo que sucedió con las tasas de interés en EE.UU. ni con los precios del petróleo en el mundo. 

La astucia de un político no alcanza para prever un bombardeo a los pozos petroleros saudíes, o a las corrientes populistas mundiales que movieron fondos de un lado a otro del mundo, pero debieron imaginar escenarios alternativos con subas y bajas de un mercado internacional ultrasensible. 

Confiar en la buena suerte es una forma peligrosa de llamar a la mala suerte. 

Quien confía en la buena suerte, debe tener inteligencia para vislumbrar hacia el futuro las condiciones que la vuelvan posible. Pero el supuestamente calificado gabinete no acertó ni una sola de las predicciones económicas que presentaron hace tres años y ocho meses. Ni una. 

La inflación de 2018 fue la más alta de los últimos 27 años y la de 2019 resultó de dos grandes dígitos y no un solo pequeño dígito: un final anunciado para los que llegaron con buenas intenciones y algo de soberbia  disimulada por los buenos modales, que fueron relajantes  después del tosco egocentrismo anterior. 

El populismo que asume en diciembre, tiene – por su naturaleza – que distribuir para conformar a sus bases, pero esta vez no hay nada para distribuir, sin generar grandes problemas sociales y financieros.

El populismo no funciona cuando no hay nada con que hacerlo. Se convierte en voluntarismo, pero el voluntarismo puede ser útil solo cuando hay condiciones sobre las que puede ejercerse la voluntad con alguna posibilidad de éxito, y ese no es nuestro caso.

Como queda la economía para el nuevo gobierno

En diciembre se traspasará la administración con una inflación de más de 55% %, más del 30% de la población con ingresos por debajo de lo necesario para vivir y una recesión de una magnitud pocas veces sufrida en el país.

La falta de coordinación del equipo económico no pudo ajustar los fundamentos de la macroeconomía: la estructura de precios relativos no pudo ser corregida en 4 años y constantes decisiones monetarias erráticas generaron una inflación del 40,9% en 2016; 24,8% en 2017; de 47,6% en 2018, y 55% o más para 2019.

Esos elevados niveles de inflación modificó a la clase media y baja el modo de administrarse con los ingresos, provocando que el consumo general disminuyera 20% en un año.

La alternancia de los precios entre si es tan mala  como el crecimiento de la tasa general de inflación y terminaron en  un descontrol de la economía, que se liberalizó muy a medias y sin convicción, con varias  políticas monetarias – todas muy opinables –  que generaron incertidumbre y  pérdida de confianza.

El golpe de gracia fue cuando en un solo día (11/08) recibieron el rebote del haber generado una campaña bipolar durante los meses anteriores a las PASO. La estrategia electoral de presentar a la oposición como anti-mercado llevó a la profecía auto cumplida de un salto cambiario que terminó sepultando las chances electorales de esta administración.

El lunes 12 de agosto provocaron po  su insistente orientación hacia un enfrentamiento agudo una devaluación de más de $10 (+22,8%), que vino acompañada de una caída muy fuerte de los activos argentinos. El riesgo país saltó hasta 2.000 puntos básicos, y en el mismo día de la devaluación las acciones cayeron un 37,9%, uno de los retrocesos más grandes de las últimas décadas.

Los pronósticos negativos anunciados por esta administración previo a las PASO y la actitud confrontativa han sido un error de economía política y han generado una situación inestable y de preocupación en los mercados de activos argentinos.

Aspectos monetarios relevantes de los últimos días.

El error forzó a  que se instalaron limitaciones para acceder al mercado de cambios y se pusieran en vigencia las regulaciones monetarias actuales para tratar de impedir la salida de divisas.

El resultado inicial fue que el tipo de cambio se mantuvo (y aún se mantiene) entre $56/58,5 y la diferencia con el dólar paralelo y el dólar contado con liquidación es 8% y 18%, respectivamente.

Se permiten operaciones de contado  para vender bonos en pesos para operaciones mayores a U$S 100.000 lo que evita una mayor brecha porque muchas empresas necesitan liquidez ante el default de las LECAP, algo que perjudicó demasiado a los Fondos Comunes de Inversión.

Aspectos fiscales

Esta administración y la que tomará su lugar no tendrá problemas para cumplir con los compromisos en dólares hasta fin de año, pero carecerán de pesos para atender pagos locales.

Estas obligaciones son $250.000 millones, otros $150.000 millones por el déficit fiscal primario, lo que lleva a un total de $400.000 millones.

Sin mercado externo para colocar deuda las necesidades de pesos requieren financiamiento doméstico y se recurrirá a emisión monetaria.

A cuatro semanas de instalado el control de cambios y con una inflación que en septiembre será más de 6% se anunciaron nuevas pautas de aumento para la cantidad de pesos en circulación. Si no se hacía se hubiera profundizado la recesión generada por el salto cambiario de las PASO.

En este momento 26 de septiembre, se negocia sin éxito con el FMI en Washington el desembolso de US$5.400 millones que – si ocurriera – sería, después de las elecciones del 27 de octubre. Sobre ese desembolso hay muchas dudas porque se tendría derecho a recibirlo por haber cumplido las metas de un acuerdo que luego se dejó de cumplir.

Por otra parte la autorización de 4% de suba en los combustibles demuestra que los congelamientos no son tales en caso de cambios importantes en variables clave como el precio y, que las resoluciones sobre operaciones de comercio exterior no son tan rígidas cuando es necesario. Como siempre .

Lo que ocurra en el mercado cambiario dependerá de las señales que emita la nueva administración

El candidato probable ganador emite imprecisas señales en cuanto a  que renegociará los plazos de la deuda con el FMI y con los acreedores privados, y que simultáneamente expandirá el consumo en base a un acuerdo de precios y salarios con empresarios y sindicalistas. También dijo que alentará las exportaciones con un dólar alto y aplicará un régimen especial para Vaca Muerta con un regreso a las retenciones para las exportaciones agropecuarias para cubrir el déficit fiscal.

El conjunto de anuncios requiere una cantidad de acuerdos y concesiones de grupos de interés diversos que la administración actual no pudo conseguir.

El día a día hasta el cambio de gobierno y de orientación.

El panorama económico se presenta con muchas restricciones y la necesidad de un programa acordado anterior a cualquier acción de gobierno.

Hasta que eso ocurra, y se inicie una acción concertada, los ahorristas continuarán refugiándose tanto como les resulte posible en los dólares esperando a que los acontecimientos sucedan.

El Presupuesto pour la gallery

En medio de una transición atípica con un gobierno desorientado y otro – ya ganador – que no revela o no ha acordado sus propias definiciones, se presentó el Proyecto de Presupuesto 2020.

Fue preparado por una administración que no será quien lo ejecute, por lo cual no se aprobará antes de las elecciones. Habrá un nuevo equipo y un presidente del que no se sabe cuál será su independencia, con una conformación diferente del Parlamento cercana a la que tuvo la administración populista.

Probablemente en condiciones técnicas para aprobar todas las decisiones ejecutivas en forma automática, excepto aquellas donde es necesaria mayoría absoluta. Lo único que quedará de la coalición ex Cambiemos es – con mucha suerte – la posibilidad de evitar tropelías evitando dar quorum.

La votación parlamentaria entonces, considerando la tendencia al populismo redistributivo que tomará el poder, no aprobará ese Presupuesto que será modificada en forma y fondo.

En un país con una política madura– que no es nuestro caso – el debate por el Presupuesto es la oportunidad de coordinar acciones para un gobierno y la oposición, algo que no será asi.

No se alcanzará en esta oportunidad porque la administración actual sufre el síndrome del derrotado, ya sin reacción, en melancólica campaña conviviendo con un virtual presidente electo que hace declaraciones públicas poco conciliadoras y muy agresivas, en oportunidades insultantes como tildar de mentiroso al Presidente de la República en forma pública tal como es el estilo anterior.  

Los Precios no ayudan

Los precios al por mayor se incrementaron en agosto un 11.2% llegando a 63% anual. Se debe al incremento de 30% en los productos importados – obviamente por la devaluación – y 12% en los productos manufacturados. Se trasladarán a un 6.5% de aumento minorista en septiembre. 

El medio ambiente internacional condicionante

Por segunda vez en el año, la Reserva Federal de USA redujo la tasa de interés de 2%/2,25% a 1,75%/2% por presiones políticas del ejecutivo norteamericano y por la desaceleración de la economía con un Euro devaluado frente al dólar. Hay inestabilidad generada por las discusiones comerciales entre China y USA que en realidad son un fronting para una pelea muy de fondo vinculada a los robos de IA (Inteligencia Artificial) de China a USA y tal vez por un posicionamiento fuerte hacia el futuro.

Los militares norteamericanos han decidido participar en el problema. Un nuevo y poderoso cisne negro a la vista, que no es para nada halagüeño para Argentina, que se suma al aumento del precio del petróleo por los ataques a las refinerías.

Por necesidad la actual administración  presentó un proyecto de ley para postergar el pago de  la deuda en pesos y dólares emitida bajo legislación Argentina , donde se pide un estiramiento de plazos de pago y una quita  en el capital adeudado más  una rebaja en la tasa de interés. Entran en esta negociación papeles en moneda local y extranjera por el equivalente a U$S 30.000 millones.

Si se aprobara el proyecto de Ley enviado al Congreso, y se negociara exitosamente con los acreedores, quizás antes de fin de año las cuentas del Tesoro alcanzarían un mínimo de sustentabilidad. 

Asume un populismo – el 10 de diciembre – que promete repartir lo que no hay, y deberá lidiar con una deuda pública que ellos mismos han generado durante los 10 años anteriores al fallido intento pro mercado.

La crisis actual ha dejado en claro que todas las reformas iniciadas por esta administración han fallado, lo que lo ha convertido en perdedor ante un nuevo gobierno que se formará después del 27 de octubre.

Es un hecho aceptado en general que no fue acertada la actuación de esta administración en materia económica.

Pero hay que dejar en claro que sin argumentos consistentes, se ha culpado al equipo económico actual de haber incrementado en forma exponencial el endeudamiento. Debe analizarse la evolución de la deuda pública que la nueva administración distorsiona al informar.

A fin del 2001 la deuda pública era de US$ 144.000 millones y en 2002 se declaró el default. En el año 2005 se renegoció la deuda impaga con grandes quitas de capital, amplias extensiones de plazos y reducción de tasas.

Lo llamaron desendeudamiento.

Diez años más tarde, esa administración perdió las elecciones siendo entonces la deuda pública superior a los US$ 254.000 millones, es decir con un incremento de 76% (US$ 110.000 millones superior) a pesar de la quita y ¨desendeudamiento¨ de 2005.

Todo lo obtenido por haber dejado de pagar las deudas y  haberse beneficiado con un default muy importante,  la administración de ese momento  intentó instalar durante  10 años algo que denominó  “modelo de crecimiento con inclusión”, que – para ser precisos –  no tuvo crecimiento ni inclusión y menos una definición aclaratoria de lo que se trataba..

Cuando esa administración (la de CFK) se hizo cargo, la deuda ya había sido renegociada y había un superávit fiscal del 2,1 % del PBI. Es decir, sobraban fondos.

 Cuando perdió las elecciones en 2015, en lugar del superávit dejó un déficit fiscal de 8 % del PBI (esto es redireccionó recursos por 10% de todo el trabajo y servicios de la población durante sus mandatos hacia destinos conocidos y desconocidos) generando una deuda pública 80% mayor a la recibida.

También dejó en marcha otro default desde 2014, al desconocer un fallo de la Justicia de los EE.UU. (generado por el ¨desendeudamiento¨) con los acreedores que no quisieron aceptar los términos propuestos.

Para completar el cuadro de tierra arrasada del 2015 las reservas netas del BCRA eran negativas en US$ 2.750 millones.

Durante ese mandato se generó- como se ha dicho – un déficit fiscal de 10%.

Para financiarlo y simultáneamente subsidiar el consumo privado para poder mantenerse en el gobierno

  1. se modificó la Carta Orgánica del BCRA para emitir sin controles
  2. esa decisión inició un proceso inflacionario cada vez más creciente
  3. se lo disimuló con atraso cambiario
  4. se falsificó la información del INDEC
  5. se obligó a tomar deuda pública compulsivamente al BCRA y la ANSES
  6. se incautaron sin contraprestación las reservas y los fondos previsionales que constituían los activos de las ex AFJP. que desde todo punto de vista eran fondos privados. La excusa fue el desmanejo en cuanto a las inversiones y comisiones cobradas por esas empresas, algo real, pero que podría haberse corregido con una simple circular de la Superintendencia.

Fue una confiscación mayor:  llegó a U$S 23.000 millones que luego fueron redistribuidos en parte otorgando jubilaciones a quienes nunca habían aportado, muchos fueron trabajadores en negro sin aportes los mas justificados, , jefas de familia con necesidades pero  muchas beneficiarios  fueron amas de casa acaudaladas al margen de otros destinos desconocidos.

Todo esto ocurrió porque nadie – excepto Venezuela -al 15% – les permitía acceso al mercado.

De tal magnitud social y política fue la confiscación que el 19 de noviembre de 2008 se temió una explosión cambiaria. Para prevenirse, muchas ¨personas humanas¨ con capacidad o con endeudamiento compraron U$S 2.000.000 por persona que era el tope permitido a personas físicas en ese momento.

Dado el férreo control del parlamento,  la justicia controlada  por el ejecutivo de entonces, y la mala fama de las AFJP por las comisiones y direccionamiento de inversiones,  la confiscación no generó rebelión empresaria, ni popular.

La lista de quienes compraron los dólares fue publicada por el BCRA y se puede encontrar on line, aunque es un acto de auto indulgencia no enterarse.

Como puede apreciarse el resultado de colocar bonos del Estado el BCRA y la ANSeS, y confiscar fondos privados, explica la explosión de deuda pública durante su gestión.

Agotaron las reservas del país acumuladas durante años de bonanza de los precios de los commodities y transformaron los fondos previsionales en papeles de deuda.

Estos mismos actores asumen el 10 de diciembre.

El endeudamiento de la actual administración. Motivos. Cambio de fuentes.

 Cuando asumió la actual administración, la deuda pública era de US$ 254.000 millones y generaba intereses anuales por US$ 10.000 millones. Para pagarlos se tomaron US$ 40.000 millones, lo que explica el 60% del total de la deuda contraída entre 2016 y 2019.

El default pendiente de negociación en el 2015 obligó a tomar otros préstamos por US$ 9.300 millones más, para pagar el 

  1. fallo del juez Griesa,
  2. el pago al Club de París,
  3. el fallo por la estatización de AySA, y
  4. todos los juicios en el CIADI que son las cinco organizaciones del Grupo del Banco Mundial destinadas a préstamos subsidiados de asistencia social, cuyo destino fue principalmente orientado a las organizaciones adictas a la administración, sin rendición de cuentas. Los créditos recibidos siguen impagos.

Al asumir la actual administración tuvo que obtener US$ 50.000 millones sólo para pagar los intereses de las deudas pendientes del ¨desendeudamiento¨ que generó el modelo de crecimiento con inclusión.

Hubo entonces que pagar deuda anterior a 2015 y financiar el déficit fiscal generado antes de 2015.

Si bien lo redujeron tardíamente a 1,0% del PBI para 2019 (en buena medida a costa de su permanencia en el gobierno) durante éstos cuatro años fue necesario emitir deuda por US$ 20.000 millones para evitar recortes y congelamiento de salarios y jubilaciones– como se hizo en Portugal- y sobre los programas sociales, algo que la clase media pregona como una letanía sin tener en cuenta que Argentina tiene una pobreza estructural del 30%.

Desde la oposición se afirma con un sistema de difusión impecable, que la actual administración endeudó el país solamente para financiar la fuga de capitales.

La realidad que dicen los números es que cuando esta administración asumió, la deuda era de US$ 254.000 millones y actualmente es de US$ 323.000 millones, incluidos los US$ 13.000 millones del Bono PBI.

Es decir que aumentó US$ 69.000 millones, de los cuales:

  • US$ 50.000 millones fueron para pagar intereses y capital de la deuda anterior a 2015 y
  • US$ 19.000 para financiar el déficit fiscal también anterior

Además durante el primer gobierno populista salieron del sistema financiero – lo que llaman i “fuga”- US$ 70.100 millones, exactamente la misma cifra que ¨se fugó¨ en el período 2016-2019.

Esto nunca se dijo clara y públicamente y fue el mayor error del gobierno actual.

La necesaria reprogramación o default de plazos y tasas

La reestructuración de la deuda quiere decir que los bonos que actualmente cotizan en el mercado serán cambiados por nuevos, con otro vencimiento, con distinto valor nominal y un posible menor reconocimiento de la deuda nominal.

Esta reestructuración es cambiar deuda vieja (en default o no) por nueva deuda.

En Argentina esto es recurrente y regular en el tiempo, por lo cual la calidad crediticia es vista cada vez con peores ojos. Pero – indefectiblemente – se deberá una vez más llevar a cabo ese proceso con el objetivo de que la deuda sea pagable a mediano y largo plazo.

Más ahora que el FMI ha negado el desembolso con una excusa de postergación. Sin duda esperan un giro desfavorable del nuevo gobierno hacia EE.UU. y utilizan este recurso – postergar – para luego decidir.

Para que la reestructuración sea exitosa se deben cumplir dos cuestiones: luego de la reestructuración debe asegurarse que la deuda es pagable en el largo plazo, y por otro lado, que el acuerdo con el FMI sea mantenido y transformado hacia un acuerdo de facilidades extendidas con hasta 10 años de plazo. Como se ha dicho, esto será un serio problema si el populismo gira hacia otras fuentes.

No es lo mismo una reestructuración con el fondo que sin él. En una restructuración es fundamental que se muestre que la deuda es sostenible a mediano y largo plazo y con el apoyo del FMI. En Ucrania con acuerdo con el Fondo hubo una quita de capital del 20%, diferimiento de pago de hasta 4 años y un aumento del cupón que comenzaba la quita. Ese debería ser el escenario más favorable, pero los montos son muy altos en Argentina´

Rescates tras rescates

La población ha considerado a los gobiernos peronistas como una especie de salvadores, a pesar que excepto el último… todos fueron peronistas.

Peronismo es el término que usamos para muchas diferentes ideologías políticas de un populismo con poco control. Esta curiosa actitud dice destacar la justicia social, la independencia económica y la soberanía política; algo muy amigable para los trabajadores de menores ingresos, que dura poco.

Sin embargo, las políticas sucesivas de los gobiernos peronistas han mantenido al país siempre con los problemas que supuestamente solucionarían que ya llevan casi un siglo. Lo que generan los gobiernos peronistas/populistas es un aumento en el gasto social y mejoran la vida cotidiana de las personas a expensas de grandes crisis en poco tiempo.

El presidente que operó entre 2003 y 2007, y su viuda que lo sucedió hasta 2015, siguieron esa política, populismo con comportamiento personal de extrema derecha y una ligera tendencia a favorecer a los colaboradores más cercanos.

Hoy la gente se ha volcado hacia el peronismo porque la economía los ha oprimido en forma extrema durante los últimos dos años bajo la administración actual.

Como consecuencia de una prolongada recesión abrumadoramente angustiante, la mayoría de la población más desprotegida – que es la más numerosa – colocará   en el poder a la asociación populista para ser rescatados una vez más, solo que esta vez no hay con qué recatar a nadie.  

A menos que se negocie con China y Rusia, fuentes que ofrecen recursos. Con ellos uno puede sentarse a cenar, pero hay que usar una cuchara muy larga, porque una cosa es pactar con el diablo y otra muy distinta es que lo traigan a vivir a casa.

La inversión extranjera nunca llegó realmente a Argentina de manera significativa.

Es prematuro determinar si el peronismo/justicialismo/populismo que ahora se instalará es una buena o una mala idea. No se sabe si este nuevo gobierno será izquierdista o un movimiento de derecha, pero será populista.

No se sabe bien como actuarán porque no tienen nada para repartir, nada que quitar a nadie sin tocar bolsillos peligrosos y nadie del mundo occidental que le prestará nada.

Deberá enfrentarse con una situación preocupante creada en conjunto por ellos mismos y la administración que los sucedió, los números no se pueden negar y dicen que el sistema financiero no tiene recursos prestables y ninguna economía funciona sin crédito.

Ese es el mayor de los desafíos en lo económico.

En lo político lograr una reforma laboral, impositiva profunda y reformular la justicia parece muy difícil con un cuerpo político muy inculto y egoísta, con la tercera parte de la población en pobreza y con sindicatos nada transparentes.

Por qué fracasan los gobiernos

Esta administración podría haber tenido algo de éxito si los dirigentes y empresarios argentinos hubieran estado dispuestos para hacer algunas concesiones. Pero cuando llegó – tarde y mal – el momento de reformar el sistema de contratación laboral, modificar radicalmente el sistema impositivo, bajar los gastos sindicales y particularmente los de la política, esta administración no supo negociar adecuadamente y fue derrotada en el Parlamento.

La pobre actuación en las últimas elecciones primarias revela que nunca pudieron recobrar la iniciativa.

Argentina tiene que enfrentar esta doble realidad de una población que espera ser rica y parte del mundo desarrollado pero con un grupo político inculto, egoísta y enviciado, una infraestructura de nula productividad y una economía que no puede ordenarse por la incapacidad de los grupos de poder dominantes para ceder en nada.

Los controles de capital tienen un impacto más amplio de lo que la población imagina.

Los argentinos han ahorrado dinero en dólares a lo largo de los años porque la inflación siempre termina creciendo mucho en algún momento afectando al pequeño inversor argentino y a toda familia que intenta ahorrar dinero. También al sector empresarial que necesita poder mover capital dentro y fuera del país para funcionar.