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El contenido del post ofrece un análisis detallado y completo del escenario político actual en Argentina.

En el convulso y vertiginoso escenario político de Argentina, nos adentramos en una era que se perfila tan desafiante como impredecible. La reciente batalla electoral ha marcado el definitivo quiebre de la coalición conocida como «Juntos por el Cambio», a pesar de las afirmaciones del alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que intentaba ocultar la magnitud del conflicto tras las urnas.

Juntos por el Cambio ha dejado de existir como una entidad unificada, y las felicitaciones de Jorge Macri y Rogelio Frigerio en Entre Ríos, bajo el estandarte de La Libertad Avanza, resaltando la palabra «juntos» en sus discursos, insinúan una interpretación de los resultados como un respaldo al cambio, similar a la visión que tuvo Mauricio Macri en las PASO, cuando afirmó que «más de la mitad del país votó por el cambio», al sumar los votos de su propio partido y de Juntos por el Cambio.

No obstante, esta percepción no es compartida por los radicales, quienes gobiernan más territorios que PRO y aportaron más votos en general a la coalición opositora. Hace apenas un año, cuando José Luis Milei era una figura menos relevante, los radicales, junto con la Coalición Cívica, anticiparon su negativa a aliarse electoralmente con él, lo que ahora se ha convertido en una realidad.

El 25 de octubre podría ser recordado como el día de la fractura entre PRO y la Unión Cívica Radical (UCR), un proceso que afecta tanto al actual presidente del partido radical, Gerardo Morales, como a su predecesor más conservador, el gobernador de Mendoza, quien tuvo que enfrentar la irrupción de Milei en su territorio, así como al gobernador electo de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, un radical de Evolución. Esta división también se refleja en los sectores moderados de PRO, liderados por Horacio Rodríguez Larreta, a quien Milei ha atacado más que a cualquier otro político.

En este escenario, PRO se encuentra a la deriva y se perfila como un partido local en el área metropolitana de Buenos Aires. Es importante recordar que Rogelio Frigerio, quien gobernará Entre Ríos, uno de los territorios ganados por PRO, fue considerado por Mauricio Macri como parte de la «quinta columna» de su propio partido, al igual que Emilio Monzó.

Milei, obligado a adaptar su discurso, ha utilizado a Macri de manera astuta, al igual que el peronismo ha aprovechado su presencia para obtener una victoria con un magro 37% de los votos, la peor elección en términos cuantitativos en la historia del país. Sin embargo, ahora que

Milei ya no cuenta con el apoyo táctico del peronismo, se ve forzado a cambiar su retórica y critica al kirchnerismo. Pero esta estrategia también ha llevado a la derrota de Patricia Bullrich, ya que el kirchnerismo actual es una sombra de lo que fue, y Sergio Massa cuenta con suficientes anticuerpos para desmarcarse de la etiqueta de kirchnerista en un futuro oportunista, al igual que su vice ministro de economía, Gabriel Rubinstein, y su mentor, Roberto Lavagna, ambos desprecian al kirchnerismo.

El escenario se complica aún más, con pocos días hasta la segunda vuelta. Massa necesita aproximadamente 14 puntos para superar a Milei, quien, a su vez, requiere más de 20 puntos. Queda por dilucidar cómo se dividirán el 3% de la izquierda, el 7% del cordobesismo y el crucial 24% de Juntos por el Cambio, que, si aporta el 64% de sus votos a Milei y se mantienen los votos en blanco con una concurrencia menor, acercará al candidato liberal a la victoria.

Nadie de la izquierda se aliará con Milei, y figuras como Juan Schiaretti, quien casi duplicó su apoyo de las PASO, no parece ser compatible con el discurso negacionista de la Libertad Avanza, dada su historia personal como víctima de la última dictadura militar. La gran incógnita radica en cómo se dividirá ese 24% de Juntos por el Cambio; si el 64% de esos votos van a Milei con una concurrencia a votar 4% menor, las posibilidades del liberal son considerables.

En este link, que permite simular diferentes escenarios, cada uno puede sacar sus conclusiones:

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La maquinaria electoral kirchnerista es inmensa, inteligente y poderosa en el terreno, mientras que la de Milei es débil y dispersa. Aunque el efecto de repartir dinero entre los votantes de Massa se está diluyendo, él aún cuenta con su poderoso ejército de tierra, una infantería liderada por los barones del conurbano que probablemente le otorguen el triunfo.

La irrupción de la Libertad Avanza ha exacerbado y, en última instancia, destruido la coalición Juntos por el Cambio. Los radicales, la Coalición Cívica y el Socialismo podrían formar una alianza parlamentaria similar al Grupo A en 2010, distanciándose de Milei y sus ideas radicales, que históricamente han demostrado ser ineficaces más allá de la oratoria, con la excepción de Morales.

Mientras tanto, PRO podría aliarse en el Congreso con los representantes de la Libertad Avanza y el peronismo cordobés, tratando de equilibrar entre ambos y el peronismo de Massa. La victoria contundente de Axel Kicillof, que es el principal contrapeso que le queda a Cristina Kirchner hasta que Massa decida apartarla, lo posiciona como el antagonista de Máximo Kirchner y no parece alinearse con La Cámpora, lo que facilita el ascenso de Massa como un líder poderoso con su Frente Renovador.

El panorama político argentino se ha reconfigurado de manera profunda el 22 de octubre, dando comienzo a una nueva era de cambios significativos. Quizás sea preferible un parlamento dividido en varios partidos, forzado a negociar, que dos facciones en perpetuo enfrentamiento, que tanto daño han causado.

En un contexto más amplio, este cambio refleja la falta de coherencia en la unión de partidos con inclinaciones progresistas, como la UCR y la Coalición Cívica, con un PRO que fue que fue moldeado ideológicamente por Jaime Duran Barba, inclinado hacia la derecha en términos electorales. El envejecimiento de la base de votantes de Juntos por el Cambio y de sus líderes subraya la necesidad de una renovación en el PRO.

A medida que el escenario político argentino evoluciona, los diferentes actores deben adaptarse a las nuevas realidades y buscar alianzas inesperadas. Comienza una nueva era en la política del país, una era que promete ser tan desafiante como impredecible.